Yo no soy una persona competitiva, o al menos no lo soy en el sentido de adorar la acumulación de trofeos en la estantería. Sí es cierto que si me ponen un velero por proa trataré por todos los medios de darle alcance pero esa euforia no está relacionada con ganar a ese velero, no es una cuestión de testosterona, sino más bien un deseo de hacerlo lo mejor posible por mi mismo. El caso es que las regatas siempre me han parecido un completo aburrimiento: un recorrido fijo, en un tiempo fijo y rodeado de un montón de salvajes que quieren pasar por el mismo sitio que tú a toda velocidad. Comprendo que hay quien disfruta de la excitación de ese momento pero, desde luego, no soy yo.
Por eso, cuando Gorka me invitó a participar en la Regata Andra Mari organizada por el Galerna Taldea de Bermeo mi primera idea fue darle largas. Al final acepté por 2 razones fundamentalmente: a) que hacía mucho tiempo que no veía a Gorka y a su familia y era una buena excusa para pasar un buen rato con ellos y b) que me aseguró que la regata sería entre amigos y sin el stress de competición de sus hermanas de otros puertos de la zona.
El viernes por la tarde, Rafa y yo trasladamos el "Lady Chatterley" de su amarre en el Real CLub Maritimo el Abra de Getxo a Bermeo (25 millas) con una navegación muy tranquila, más dada a las confidencias entre tripulantes que a la atención debida al viento y las olas. Dejamos casi todo el trabajo al piloto automático y nos dedicamos a arreglar el mundo. A nuestra llegada a Bermeo, sobre las 21:30, se nos unieron Saoia, Ana y Paula (la 3 chicas de Rafa) para pasar la noche a bordo con nosotros.
A la mañana siguiente tomamos parte en la regata, que no tiene especial interés en ser narrada teniendo en cuenta que hubo poco viento, poca ola y poca batalla. Mis pobres tripulantas cayeron bajo los demoladores efectos del mareo al poco de tomar la salida para angustia consecuente de su cabeza de familia, que tuvo que dedicarse por entero a atenderlas, y que por tanto transformó nuestra modalidad de participación de "navegación con tripulación" a "navegación en solitario con obstáculos". Con todo, tan mal no lo hicimos ya que logramos podio y trofeo: una bonita figura en forma de faro clásico con una inscripción de recuerdo.
Pero lo que de verdad me hizo ilusión fue ganar a Jon, patrón del Troppo. Este gran amigo, socio, compañero de aventuras y maestro fue quien me inició en la vela de crucero hace ya una pila de años. Es mucho lo que le debo, y no solo en lo referente a la vela, y haber quedado por delante suyo, aunque haya sido en una regatita de juguete, me ha hecho sentir que se completaba una etapa: la vieja historia del alumno que logra superar al maestro.
Esta victoria es un tributo a sus enseñanzas. Gracias, Jon.
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2 comentarios:
Más Testosterona, no por favor..:-) felicidades por el blog, te esta quedando muy bien, como ves el gran hermano te vigila,...
Ah!, y ten cuidado que esto engancha..
.no soy competitivo dice.... ;-)
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