viernes, 14 de septiembre de 2007

Navegación nocturna / Night sailing

El otro día mi amigo Jon me contaba cuánto le gusta navegar de noche y tengo que estar totalmente de acuerdo con él. Habíamos coincidido con nuestros barcos en Bermeo para participar en la regata Andra Mari y después de la competición estuvimos recuperando el tiempo que hacía que no nos veíamos. Como siempre, hablamos de miles de cosas, la mayoría inconexas, mezclando trozos de recuerdos viejos con experiencias nuevas, haciendo de todo un chiste incomprensible para quien no esté en nuestra sintonía.
Y, sobre todo, hablamos de navegar, de las largas horas en las guardias nocturnas, del silencio roto por las olas contra el casco, de la inmensidad del cielo despejado durante la luna nueva.
Aquél día volví a mi amarre en el Abra navegado despacito entre las dos oscuridades del agua y el cielo, confundiendo a ratos el arriba y el abajo. ¿Es la fosforescencia del plankton el reflejo de las estrellas? ¿o la fosforescencia de las estrellas se proyecta en el plankton? ¿o el plankton reflejado se convierte en estrellas fosforescentes? Chispas arriba y chispas abajo. Afortunadamente, la Vía Láctea es un punto de referencia ineluctable.

A lo lejos, en la costa, en algún pueblo del interior, celebraban sus fiestas lanzando cohetes y fuegos de artificio que, en la distancia, parecían pequeñas pompas de jabón que estallaban sin ruido. Poco después, una estrella fugaz cruzó el cielo en una limpia y brillante curva. Puesto que el efecto Volpetti hace que se cumpla cualquier deseo que se pida a su vista, formulé el mío (no puedo decir cuál fue porque entonces el efecto se anula). Diez minutos después otra estrella volvió a rasgar la noche. Mi primer impulso fue formular otro deseo pero inmediatamente después pensé que quizá, si pedía lo mismo, se doblaría el efecto mágico de la primera, así que ahora estoy razonablemente convencido de la eficacia del singular conjuro astrológico.

Llegué a puerto muy de madrugada, cansado, frío, húmedo e inmensamente feliz. A menudo me preguntan: "Germán, ¿no te da miedo navegar en solitario de noche?". Y, la verdad, me gustaría ser capaz de expresar a quien tal me pregunta todo lo que realmente significa algo así para quien ama la mar y la naturaleza. Sin embargo, hay cosas que no se pueden explicar con palabras y, por eso, la respuesta que normalmente suelo dar es algo del estilo de "Pues no, me da mucho más miedo conducir por una ciudad".






Last Friday I had to travel from Bermeo to Getxo by night. I know these waters very well and I could sail along the coast with my eyes closed so I could actually enjoy the moment. Night sailing is a very special experience, over all when there's no moon, like on sunday. The dark and silence is such intense that you can hear the pumps of your own heart. The sky is full of little stars that you cannot see on land because of the electrical lights and the Milky Way is clearly visible. In these moments I like to sing. Well, I shouldn't say that I sing but I scream instead. Fortunately, I only do this when I'm far away from any civilizated land and there's nobody sourrounding me so there's no danger of getting deaf or mad.

In some ocasions the boat crossed some plankton banks. When you crossed a plankton banks the small krills inside them get excited and become luminiscents so the sea surface is suddenly lighten up with lots of small sparks. I tried to take some pictures but my camera is not good enough (and the photographer is even worse) but if you imagine a hammer hitting a candent iron and making the sparks jump, you'll have an aproximate idea (except that the sea sparks are green).
In the coast there was some village celebrating the local town festival because they were launching rockets and fireworks. From my point of view, several miles away, they looked like small soap bubbles exploding without any noise. A nice spectacle, and absolutely for free ;-)

When I had only two hours to arrive to the dock I could still see one more thing: a shooting star crossed half of the sky in a clean, slow and bright curve. I quickly remember the famous Volpetti effect and make my wish. Ten minutes later, another shooting star fell in the opposite direction. I first thought to make another wish but then I wondered if it would be possible to double the effect of the first star making the same wish twice.


Step by step I finally reached my base port at early morning, tired, wet, cold, and inmensely happy. I've been often asked: "German, aren't you afraid when you sail alone by night?" and I have to answer: "No, I fear much more to drive a car while crossing a city".


3 comentarios:

Tobio dijo...

Bravo, Bravo!!!, Joder, las historias autobiograficas son realmente tu fuerte.

En un primer momento austa el tamaño de cada post. pero segun vas leyendo engancha... las críticas te las haré en persona,

no pierdes el tiempo...!! magnífico

PD: tengo un par de cositas nuevas colgadas :-)....

Anónimo dijo...

¿Para cuándo tus estudios sobre la micología en vascuence?

Las historias, como siempre, magistralmente retratadas, pero no me queda claro si la versión en inglés es un borrador o la definitiva... como va en rojo, no sé, me ha retrotraído a la EGB... qué tiempos... Pues eso...

Anónimo dijo...

Ha sido un placer leerte una hora tras encontrarte por casualidad buscando alguna foto en google para un post de una travesía nocturna. Seré reincidente.